En la industria de la moda, estas plantillas juegan un papel importante a la hora de fabricar una prenda de vestir. También recibe el nombre de patrón la prenda original que realiza el diseñador de modas, a partir de la cual se copia el resto (cambiando tallas, materiales o detalles).
Los patrones domésticos suelen ser de papel de seda, papel manila o papel Kraft; así podrá ser copiada en la tela, ayuda a que sea fácil de cortar, armar y coser las distintas piezas que componen la prenda de vestir. Incluyen instrucciones de uso, sugerencias sobre la tela más apropiada y las posibles adaptaciones. Están disponibles en una amplia variedad de estilos, modelos, tallas y precios.
El diseño industrial de patrones comienza con un «borrador» que representa la idea del diseñador. El patrón se realiza en papel manila y se revisa. Se aplica a un tejido de prueba y se confecciona la prenda. Esta prenda se probará en una modelo o un maniquí para que la apruebe el diseñador. A continuación, se confecciona una pequeña muestra de esa prenda en el tejido definitivo y se presenta a los clientes potenciales, en general mayoristas. Cuando se evalúa positivamente el potencial de ventas de la prenda o pieza, se realiza el escalado, normalmente a través de programas CAD. La exactitud de las tallas, los contornos y las líneas de las costuras se examinan cuidadosamente; se corrigen los posibles errores y se procede a su producción industrial.
Los patrones o reproducción a escala de las piezas, aparecieron a finales del siglo XVIII. Surgieron una serie de detallados diagramas publicados en obras tan curiosas como una enciclopedia del corte y confección, editada en París en 1769 titulada Description des arts et métiers, de M. Garsault. A esta obra le seguirían otras en un momento de la Historia del Arte, se empezó a hablar de la alta costura.
Fue también en el siglo XIX, cuando empezó la publicación de revistas especializadas que seguían de cerca la evolución y tendencias del vestido femenino. En las que se incluían algunos patrones para reproducir todo tipo de atuendos. Desde el gorro de punto hasta el vestido de noche, además de patrones a escala real para coser corsés y corpiños, ropa interior o abrigos, todo dibujado en papel especial plegado en el interior de la revista. Fue una de las secciones más buscadas por las señoras y por los profesionales, tanto que
En la segunda mitad del siglo XIX, el desarrollo de los patrones de papel llegó a la cima. Pero todo inició una lenta pero irreversible decadencia con los drásticos cambios de vida y el avance de las tecnologías. De manera que hoy, aunque todavía hay quien publica patrones de corte y confección, sólo se recurre a ellos de forma muy esporádica y para ocasiones singulares o extraordinarias. Aunque todavía se publican revistas de moda que incluyen una sección de costura, en la que se ofrece algún patrón de vestido, su época dorada ha pasado.